Alrededor del siglo III, en Roma, surgieron las primeras piezas de arte cristiano gracias a los diseños del clero. Murales y vitrales enormes en las iglesias relatando pasajes selectos de la Biblia, pues la mayoría de los habitantes eran analfabetas. La traición de las imágenes, quizás de las obras más populares de Magritte, no destacaba por la gran capacidad técnica del pintor Belga sino por poder retratar el discurso del filósofo Ferdinand de Saussure sobre los símbolos y cómo estos no son más que representaciones, sino una puerta que nos permite acceder al concepto del objeto que se quiere aludir más no nos da un entendimiento total de lo que es. El característico puntillismo de los paisajes de Renoir dando una sensación de cómo todo está en movimiento, vivo.
¿Cuál es nuestra atracción por el arte?
[/et_pb_text][/et_pb_column][et_pb_column type=”1_2″ _builder_version=”3.22.7″][et_pb_image src=”https://laviniasframing.com/wp-content/uploads/2019/06/MagrittePipe-1.jpg” _builder_version=”3.22.7″][/et_pb_image][/et_pb_column][/et_pb_row][et_pb_row custom_padding=”15px||” _builder_version=”3.22.7″][et_pb_column type=”4_4″ _builder_version=”3.22.7″][et_pb_text _builder_version=”3.22.7″]El simbolismo, la exploración de forma, las maneras de retratar una realidad o ficción, la relevancia sociopolítica-histórica, las técnicas, los colores…. Todo esto son sólo pequeñas partes del ente cohesivo que representa el arte, pero indudablemente uno de los rasgos más cautivadores es la autenticidad.
Estando enfrente de un cuadro echamos la mente andar intentando descifrar los trazos y quién los hizo. ¿Cómo es? ¿Imperfecto, vulnerable, real? Conectamos con la pieza, con su esencia y la creemos extensión del artista: conocemos un poco más de esta persona. Discernimos lo falso de lo que es real. Al momento de sentirnos cómodos con la intención del pintor, empapados por su verdad quedamos atónitos por su genialidad. Al primer indicio de falsedad o de falta de honestidad con su trabajo, reprendemos al autor y su obra. Queremos vivir en la luminiscencia sólo comparado al rayo de la veracidad.
[/et_pb_text][/et_pb_column][/et_pb_row][et_pb_row custom_padding=”0px||” _builder_version=”3.22.7″][et_pb_column type=”1_2″ _builder_version=”3.22.7″][et_pb_image src=”https://laviniasframing.com/wp-content/uploads/2019/06/IMG_9946-1.jpg” _builder_version=”3.22.7″][/et_pb_image][/et_pb_column][et_pb_column type=”1_2″ _builder_version=”3.22.7″][et_pb_text _builder_version=”3.22.7″ custom_padding=”|||0px||”]Quizás por esto último tenemos una inclinación absoluta por aquellos productos o personalidades que son distinguibles a kilómetros de distancia. La transparencia es un gran bocado aire fresco; nos hace aceptar como todos podemos sentirnos bien en nuestras arrugadas pieles. Queremos tener esos momentos, los objetos, las fotos, los trazos protegidos para siempre; un portal a lo que es real.
[/et_pb_text][/et_pb_column][/et_pb_row][et_pb_row custom_padding=”0px||” _builder_version=”3.22.7″][et_pb_column type=”1_2″ _builder_version=”3.22.7″][et_pb_text _builder_version=”3.22.7″]
¿Esta es la razón de ser del enmarcado? Claro, una de ellas pero hay más. Las molduras, los cristales y las marialuisas son una extensión a la personalidad de la obra; reflejo del autor, espejo para el cuadro. No debe ser protagónico sino complementario. El ingenio de un buen trabajo de enmarcado radica en su autenticidad, adaptada al contexto de la obra y su utilidad. A esto se aspira pues por lo mismo hay bastidores artesanales, distintos tipos de vidrio, productos de limpieza, un sin fin de herramientas para asegurar la integridad artística. Es una protección contra las precariedades de las afueras.
[/et_pb_text][/et_pb_column][et_pb_column type=”1_2″ _builder_version=”3.22.7″][et_pb_image src=”https://laviniasframing.com/wp-content/uploads/2019/06/IMG_9561-2.jpg” _builder_version=”3.22.7″][/et_pb_image][/et_pb_column][/et_pb_row][et_pb_row custom_padding=”0px||” _builder_version=”3.22.7″][et_pb_column type=”4_4″ _builder_version=”3.22.7″][et_pb_text _builder_version=”3.22.7″]El problema es cuando… ¿cuándo? Sí, el problema es no entender el contexto. Hay quienes dicen como gran parte de nuestra fijación con la autenticidad proviene de una negación a lo externo. Puede ser contraproducente. Por nuestro anhelo a presentar una versión única, distintiva, podemos perder el juicio de cómo nuestras actitudes o pertenencias afectan nuestro alrededor. En el enmarcado, ser atraído por una moldura frívola tiene la capacidad de afectar el espacio donde se presenta; tenemos que reconocer su contexto y las necesidades de los demás. El espacio es de quienes lo integran. El cuadro sumado con los de a lado.
Si entendemos dónde va a estar situado nuestro cuadro o cómo las molduras sumarán a éste, será mucho más fácil determinar cómo enmarcarlo. Sea por cuestiones de funcionalidad, de congruencia estética con el lugar donde va a ser expuesto o de la obra misma. Recordemos cómo la mejor manera de dar evolución es pudiendo saltar un poco de los costumbres; pues claro está que son pilares, no son normas definitivas. ¿Si siguiéramos con la tradición del enmarcado de hace 100 años, habrían cajas de plexiglás o molduras de acrílico como los de PRISMA. La clave es tomar el rol que uno asume con benevolencia y responsabilidad.
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